En la sesión de hoy hemos trabajado el conocimiento de uno mismo, aspecto fundamental a la hora de ser orientador, ya que tenemos que tener totalmente claro como somos, saber cuáles son nuestras virtudes y defectos y a raíz de ahí potenciar las cosas buenas y mejorar los aspectos negativos.
Para trabajar esto la profesora
nos ha facilitado una ficha llamada Técnicas de orientación psicológica, en la que aparecían una serie de posibles situaciones
que pueden tener lugar a lo largo de nuestra vida profesional, nosotros
debíamos clasificarlas según lo que los pareciesen:
1. Te
hacen sentir incómodo
2. Te
parecen difíciles
3. Te
parecen muy difíciles.
En mi opinión, la mayoría de las
situaciones que aparecen no me hacen sentir incómoda, aunque son temas
delicados, considero que podría afrontarlas de una manera óptima y conseguir
ayudar a la persona sin sentirme tensa o bloqueada. Por otro lado, hay algunas
de ellas que sí me parecen realmente complicadas o difíciles y por consiguiente
incómodas, como son la número 6 y la número 3.
- La situación más difícil para mí es la número 6:
“Una mujer dice que su marido ha estado bebiendo en exceso durante muchos años. A ella le gustaría dejarle, pero no se atreve a tomar la decisión”.
- Se trata de una situación bastante complicada e incómoda ya que tenemos mucha influencia sobre la persona que necesita ayuda, tenemos poder sobre ella, por lo que lo que nosotros aportemos respecto a este tema va a ser decisivo para ella y se verá reflejado en su actuación. Esto es lo que hace complicada nuestra situación, el tener poder sobre una persona hace que sea necesario que lo utilicemos de una manera responsable.
Otro aspecto que hace complicada esta situación es la aparición de los sentimientos, en esta profesión se toca con los sentimientos de las otras personas, es necesario llegar a ellos para poder ir a ese punto que hace que la persona acuda a pedir ayuda.
Al entrar en la intimidad de la persona que solicita la ayuda, nos estamos implicando, pero es necesario que tengamos claro en todo momento hasta qué punto entramos en esa intimidad y nos implicamos, esto nos lleva a hacernos la siguiente pregunta:
¿HASTA QUÉ PUNTO ES BUENO IMPLICARSE?
La implicación
con cada uno de las personas que necesitan ayuda es buena y fundamental, esto
nos ayuda a poder empatizar y ofrecerle una mejor ayuda a la persona, pero esto
es algo que nos incomoda, ya que nos hace vulnerables.
Hay que
implicarse con cada persona, pero teniendo claro en todo momento que somos
profesionales que estamos para ayudar y
que éstas personas no dependen de nosotros y por lo tanto no somos responsables
de lo que les ocurra.
- La segunda situación que me resulta más difícil es la número 3:
“Un hombre de mediana edad no puede comprender por qué su mujer está tan dolida después de la aventura que tuvo últimamente. Para él no significó nada, pero ella no acaba de entenderlo”.
- Desde mi punto de vista sería una situación complicada puesto que debería trabajar mucho en no juzgar a esa persona e intentar ayudarla de la mejor manera posible, dejando a un lado mi opinión y la idea que tenga sobre lo que ha hecho. Esto puede crear momentos incómodos en determinadas ocasiones ya que los temas que se tratarán en la sesión no me van a gustar, por otro lado, me resultaría difícil hacerle ver a la persona que lo que ha hecho está mal moralmente y es por ello por lo que su pareja está dolida.
A continuación hablaré sobre las
situaciones, que tras la puesta en común en clase, son las más complicadas para
la mayoría.
- La situación número 8 ha resultado ser la más complicada:
“Un joven hace comentarios racistas sobre personas pertenecientes a
grupos minoritarios”.
- Es una situación complicada ya que la persona a la que tenemos que ayudar tiene unos valores equivocados, valores que no respetan la dignidad de la persona. Para poder ayudarla tenemos que dejar a un lado nuestra opinión.
Todas las personas tenemos un valor, y por ello merecemos tener dignidad, es ahí donde tenemos que llegar en esta situación.
¿EXISTE UNA REALIDAD OBJETIVA?
Existe una realidad objetiva a la que todos podemos responder, como es el caso de la dignidad de la persona, de alguna manera tenemos que provocar a esta persona y ponerla contra la espada y la pared para que llegue a darse cuenta de esa realidad objetiva.
- La situación número 1:
“Una mujer de cuarenta y cinco años dice que le han pillado robando en
una tienda. Ya había hecho eso en varias ocasiones peor se siente incapaz de
dominarse”.
- Se trata de una situación difícil porque entra en juego el aspecto incontrolable, en este caso la mujer no puede controlar el impulso de robar, y yo me doy cuenta de que incluso para mí hay cosas incontrolables, por lo que empatizo con esa persona.
- En la situación número 9:
“Un hombre detenido por conducir ebrio dice que lo único es que fue una
mala suerte que lo sorprendieran”
- En este caso, lo complicado es que no podemos juzgar a la persona, tenemos que ver los hechos de una manera objetiva. A raíz de esto nos surge la siguiente pregunta:
¿QUÉ HACEMOS CON LOS SENTIMIENTOS EN ORIENTACIÓN?
Para poder afrontar cualquier caso, lo que debemos hacer es mezclar nuestros sentimientos con las competencias profesionales. Toda persona tiene derecho a ser ayudada, independientemente de lo que haya hecho, por lo que tengo que cambiar mi manera de ver las cosas y entender qué le lleva a esa persona a actuar así, si me quedo sólo en la reacción que me provoca el acto que ha realizado será imposible que le pueda ayudar.
Tras finalizar la sesión podemos sacar en claro que el orientador nunca puede partir de la ideología, ya que así nunca se llega a un acuerdo, y es precisamente esto lo que en muchas ocasiones nos puede hacer sentir incómodos, ya que las situaciones que nos parecen complicadas es porque en cierto modo tocan conmigo en algo.
Tras finalizar la sesión podemos sacar en claro que el orientador nunca puede partir de la ideología, ya que así nunca se llega a un acuerdo, y es precisamente esto lo que en muchas ocasiones nos puede hacer sentir incómodos, ya que las situaciones que nos parecen complicadas es porque en cierto modo tocan conmigo en algo.
Para que esto no suceda tenemos que ser conscientes de
que actuamos ideológicamente y sin ser objetivos, pero no tiene que ser así.
El instrumento con el que cuenta el orientador para no
caer en la ideología es la profesionalidad, esto es lo único que va a permitir
que podamos avanzar y ayudar realmente a las personas.
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